Hace
ya algunos años un veterano letrado del Fondo de Garantía Salarial me dijo una
frase que me pareció muy divertida:
“El FOGASA es
como el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Nosotros le
llevamos sentencias de empresas insolventes y ellos las transforman en dinero”.
Más
allá de lo afortunada o desafortunada comparación, el FOGASA es una de las
tablas de salvación del sistema judicial laboral.
Si no
existiera el Fondo muchos trabajadores se hubieran quedado sin cobrar
indemnizaciones o salarios impagados, y si bien es verdad que impone límites a
estos pagos, sin él estaríamos perdidos incluso los abogados.
El
FOGASA es el comodín perfecto para redondear una negociación, tanto el abogado
de la empresa como el del trabajador emplean la parte cubierta por el Fondo
como la guinda a los acuerdos extrajudiciales por despido.
Incluso
cuando las empresas cierran sus puertas de forma abrupta, el Fondo es utilizado
por ambas partes para compensar a los trabajadores por salarios que nunca iban
a poder cobrar de sus antiguos jefes.
En los
últimos tiempos, el uso y abuso del FOGASA ha llevado a que los plazos de pago
se multipliquen hasta superar el año de espera, aunque también es verdad que los
plazos judiciales también han aumentado desde el comienzo de la crisis.
Sin
embargo hace pocos días se hizo público un dato revelador: El
gasto del Fondo de Garantía Salarial (Fogasa) entre enero y agosto de este año
se situó en 919,5 millones de euros, lo que representa un 12% menos que en el
mismo periodo de 2012.
Eso puede tener dos
lecturas contrapuestas:
- Ya no quedan empresas
que puedan cerrar porque ya han cerrado casi todas.
- Cierran menos empresas
porque la crisis comienza a remitir.
Dentro
de unos meses podremos tener más datos para ofrecer una explicación, aunque
debemos recordar que entre las medidas de recorte derivadas de la Reforma
Laboral del año 2012 estaba la reducción de los límites máximos de cobertura
del FOGASA. Por lo que esa reducción en las indemnizaciones puede deberse a una
reducción de cuantía económica pero no del número de empresas insolventes.
Sea
como fuere, esperemos que el Fondo continúe en funcionando como hasta ahora y
que el “milagro” siga muchos años más.
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