En febrero del año 2012, tras la
aprobación de la Reforma Laboral, en una conversación con abogados
especialistas en Derecho Laboral bastante más veteranos que yo, el tema estrella
era el siguiente: tras esta reforma la legislación laboral está perdiendo sus
características diferenciadoras y dentro de poco se podrá volver a integrar
dentro de las normas de Derecho Civil.
Y es que históricamente hablando
el Derecho Laboral nació del Derecho Civil, corrían los tiempos de la Revolución
Industrial y se necesitaba crear una serie de normas jurídicas especiales que
protegieran a la parte más débil del la relación laboral: el trabajador.
Estas normas especiales llegaron
a crear un sistema normativo y jurisdiccional propio, con sus propios
Principios Fundamentales y sus tribunales especializados. La conclusión tras más
de un siglo de historia del Derecho Laboral español, es que se encuentra en
clara decadencia.
Esta crisis no se debe a que el
peso de las relaciones laborales en la realidad de nuestra sociedad sea menor,
o que se haya sustituido al trabajador por una máquina, o incluso a que nos
encontramos ante un clima social totalmente benigno. Todo lo contrario, se ha
considerado por parte de nuestros gobernantes que la existencia de unas normas
especiales aplicables al ámbito laboral es perjudicial para el conjunto de la
economía.
Si escuchamos las declaraciones
de los líderes políticos podemos encontrarnos que se identifica la flexibilidad
en el despido con la flexibilidad en la economía, y se hace hincapié en que la
Reforma Laboral ha sido necesaria para poder luchar contra la crisis económica.
Como toda lucha siempre existen víctimas,
y en este caso la víctima ha sido la especialidad del Derecho Laboral,
esperemos que no haya sido un precio demasiado alto para nuestra sociedad.
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